Históricamente, el sector inmobiliario ha representado una de las opciones de inversión más estables. De hecho, suele generar retornos significativamente mayores a los de muchos otros productos financieros, ya sea para su posterior venta o alquiler.
Las viviendas de obra nueva están generando cada vez más interés entre los inversores. Pero… ¿cuáles son las verdaderas razones que les llevan a invertir en este tipo de assets?
Principales ventajas de la inversión inmobiliaria
En general, estos son los mayores beneficios que se obtienen al inyectar capital en propiedades inmobiliarias:
- Generación de ingresos.
- Estabilidad en el mercado.
- Capacidad de conversión a efectivo.
- Beneficios tributarios.
Invertir en un piso de obra nueva vs. usado
En términos generales, podríamos decir que adquirir una vivienda de obra nueva en lugar de una de segunda mano puede convertirse en una opción de inversión muy interesante. ¿Las razones principales?
Adaptación a las necesidades actuales
Los inmuebles nuevos suelen ser más atractivos en el mercado. Logran comercializarse a unos precios más elevados y en un menor tiempo gracias a:
- Su estado de recién construcción.
- Un diseño moderno.
- Una disposición eficiente del espacio.
- El uso de materiales de alta gama.
- Un gran desempeño por la eficiencia energética.
Personalización durante la etapa de construcción
Al invertir en una propiedad en desarrollo, cabe la oportunidad de personalizar aspectos como los acabados o los colores.
Una posibilidad que asegura que se reflejan las preferencias individuales desde el comienzo, lo cual rara vez es viable en viviendas ya existentes.
Reducción de los costes de mantenimiento
Los inmuebles de obra nueva suelen requerir menos gastos de mantenimiento a corto y largo plazo. Al no haber sido habitados previamente, no han sufrido el desgaste que podrían tener pisos con anteriores propietarios o inquilinos.
Garantías constructivas aseguradas
Una propiedad recién construida está lista para ser habitada sin necesidad de remodelaciones adicionales y cuenta con una serie de garantías como la protección legal. ¿Qué incluye?
- Un año contra defectos menores de construcción.
- Tres años para problemas en el edificio o sus instalaciones.
- Diez años para los daños estructurales.
Esto ofrece una gran tranquilidad al propietario; ya que tiene la certeza de que no surgirán costes elevados a causa de fallos constructivos.
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