La casa del escultor catalán Xavier Corberó i Olivella es un laberinto, una suerte de poema o de estructura mental a la que sigue dando forma desde 1968. La edificación, que se levantó en unos terrenos de Esplugas de Llobregat, es un lugar hipnótico de 4.500 metros cuadrados. Sus nueve edificios se interconectan por una decena de patios. Tiene más de 300 arcos, puertas de cristal y madera, una compleja trama de estudios, salones, habitaciones, maravillosos jardines, un estudio subterráneo y galerías artísticas en donde se exhiben sus propias obras monumentales, en mármol y basalto.
La casa de Xavier Corberó no está pensada como simple espacio en el que habitar. Aquí, los interiores se construyen con un significado universal. “Me gusta que parezca que las cosas siempre han estado ahí”, declaró a The Wall Street Journal en una historia que fue fotografiada por el fotógrafo catalán Salva López.
“Lo que me interesa es que el resultado sea poesía”
Su casa es totalmente personal y única. A sus 81 años, Xavier Corberó sigue trabajando en dar forma a lo que ve en su imaginación. Recientemente, invitó al director Albert Moya a su casa post-industrial para explicarle en detalle cómo concibe los espacios de su casa: “Lo que me interesa es que el resultado sea poesía porque me parece que es la madre de todo. Para mí una casa es como una agenda, aquí cada objeto tiene una historia personal. Compré el último trozo de calle que quedaba bonito en Esplugas y pensé que si tapaba lo feo podía quedar bonito. Desde el año 1968 he estado contruyendo y contruyendo. Todo lo que he hecho está aquí”, confesó.
El espacio real es también un espacio mental. Busca que desde un punto de la estancia se pueda ver casi todo, para dar la idea de continuidad. En la casa de Xavier Corberó las habitaciones dejan de tener una función; no se busca su servicio: todo es único y diferente. El patio tiene de ventanas octogonales funciona como un caleidoscopio, proyectando reflejos siempre diferentes a las estancias. Según explicó en el fascinante vídeo de Moya: “Cuando una cosa está bien de escala, la música suena bien. Lo que intento hacer no viene de la razón, viene dado por la vida. La razón me sirve para poder construir y para que todo se aguante, lo demás son motivaciones estéticas, éticas y divinas. Procuro hacer las cosas que he imaginado y que no he hecho nunca y que me gustaría ver”.
La luminosidad y el gusto por las paredes blancas son también dos de las características que comparte esta lujosa vivienda de Atipika Barcelona, que hoy le proponemos. Si le interesa, no dude en ponerse en contacto con nosotros.